El que habla y el que escucha
Mawqif 167
Dios, exaltado sea, ha dicho: “Cuando el Corán es recitado”, sea por ti mismo o cuando es otro el que lo recita para ti (lo cual explica la forma pasiva del verbo), “escúchalo y permanece en silencio; puede que así te alcance la misericordia,” (Cor. 7:204) siempre que lo escuches considerando que es la Voz de Dios; puesto que esta Palabra es la mismísima palabra de Dios y Él es el único que habla a través de ella; y bajo la condición de que, aquel que escucha, también sea Dios. En cada ser, sea consciente o no, Dios es el que habla y el que escucha. Cuando el Que recita y el Que escucha son uno, es igual que cuando uno se habla a sí mismo y se escucha a sí mismo.
Quien atiende al Corán de esta forma obedece sus prescripciones, evita lo que prohíbe, sigue sus admoniciones y presta atención a las sutiles alusiones que contiene. De este modo, la misericordia divina le será confirmada e intervendrá sin ninguna duda en su favor. De hecho, como han afirmado los eruditos, “puede”, cuando es Allah quien lo dice, expresa una consecuencia segura.
Quien escucha la recitación (del Corán) de cualquier otra forma no está incluido en tal promesa. La misericordia divina no le será asegurada. Si el recitador no es el mismo que escucha, puede ser que este último simplemente escuche la melodía, la modulación, la belleza de la voz del recitador sin comprender para nada el significado de lo que recita. E incluso, y es más importante, lo que hay más allá de tal significado. Y si quien escucha es también el recitador, puede que sea uno de aquellos a los que el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, describió como: “Hay recitadores del Corán a los que éste condena”. Dios condena a los injustos, a los pecadores y los mentirosos. Y este hombre es uno de ellos. Por lo tanto, quien busca obtener los tesoros que hay más allá debe romper las ataduras y alcanzar lo que hay más allá.