Sobre la oración del ‘îd, del Minah al-Quddusiya del shayj al-Alawi

Y la oración impar, la del eclipse, las fiestas, y la de la lluvia, son sunnas

la del alba es muy recomendable, y puede hacerse hasta el mediodía

y las obligatorias se deben recuperar siempre, aunque se hayan demorado mucho

[…]

El cuarto caso que afecta a los hombres más eminentes es el de la fiesta (‘îd), que es un estado de plenitud (ÿamâl) y de gran esplendor. A este momento (waqt), al que se refieren por ‘îd, es algo bien conocido para la élite de los sufíes: es el encuentro (iÿtima’) entre el amante y el Amado sobre el tapiz de la aceptación (rida) y el auxilio (musâ’ada). Se denomina fiesta (‘îd) porque vuelve (‘aûd) a los gnósticos una y otra vez. Este encuentro les ocurre sin restricción alguna en todo momento y estado, sea este majestuoso (ÿalâl) o de plenitud (ÿamâl). La diferencia [con los anteriores] es que tiene otras características y una manera de producirse diferente.

 

Cada instante (waqt, pl. awqât) es diferente, como son diferentes las teofanía (taÿaliyât): los instantes de temor (rabha) no son como los de anhelo (ragba). Todos los instantes son de encuentro, y por lo tanto de fiesta. Pero las fiestas para ellos son los que llegan en el momento de la compañía en el tapiz de la complacencia. «Detente en el tapiz (bisât) y ten cuidado de relajarte (inbisât); el gnóstico sólo pierde pie cuando se relaja en presencia del Señor de los mundos». Por eso, cuando el ‘arif se reúne con su Amado de esta forma, debe mantener una actitud respetuosa, sabedor de que cada palabra obtiene una respuesta. Pero mientras el siervo pide con la palabra, Dios responde con actos. En esa situación no se debe bromear. Si lo hace. no debe ser jocoso; si se ríe, que sea una sonrisa; sus palabras contenidas y sus actos serenos. Así se mantendrá dentro de los límites y disfrutará de la contemplación. «Si se te ofrecen unas buenas condiciones, deja ya las negociaciones».

 

¿Te vas a quedar mirando, cuando te han invitado a participar de la mejor de las compañías? Cuando lo tengas claro entenderás que la manifestación no termina con el último adiós (âjir al-widâ’i), sino que regresa (ya’ud) cada vez que vuelvas (‘udta) a tu compostura (adabi-ka) y a los tuyos (ma’asharatik). Por eso ha dicho: «si volvéis a ello (ta’udû), nosotros también (na’ud)» (8:19). ¡Ésta es la fiesta (‘îd)! Y lo que no es fiesta (‘î), es amenaza (wa’îd). ¿Y qué fiesta hay más importante que el día en el que se concentran todas las miradas de los ‘ârifîn al levantarse Su sol? Los espíritus de los enamorados se sienten orgullosos de esta presencia, y cantan:

 

Cuando clarea el día de la fiesta se reúnen

alrededor de su belleza todas las cabilas

y sus espíritus, tras el significado de su plenitud, rondan

los cercados de su belleza por los huertos

Para mí es fiesta todos los días que veo

algún rastro de su belleza en cualquier pupila

 

Cuando esto se ha consolidado, se les hace lícito la aproximación y se les ordena que muestren el gozo de la unión, embelleciendose con los nuevos conocimientos (ma’ârif) concedidos por la proximidad divina, que son los dones (mawâhib), que no llegan no por transmisión ni son producto de un esfuerzo intelectual. Hasta el punto de que si se les pregunta sobre una cuestión en concreto, pueden responder con mucho más, pues extraen esa ciencia de su origen y los frutos de sus plantas.

 

Cosechan los frutos de la gnosis de las ramas de la perspicacia

purificado con el trabajo, aunque en origen era algo primordial

Si se les pregunta sobre lo que significa algo, traen cosas que sorprenden

a los entendimientos, pero que deleitan a la mentes

 

Esto es un muestra de la elección divina y lo que les ha otorgado de dones. Todo por su sinceridad en la servidumbre y por mantenerse firmes en su respeto de los derechos divinos, que Dios esté complacido con ellos y con quienes les siguen.

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